Tár: Una excelente lección sobre cómo contar la historia de una estrella ‘cancelada’

Probablemente hayas oído hablar de ‘Tár’ por Cate Blanchett, quien (como acostumbra) nos entrega una actuación magistral. Sin embargo, una de las cosas de las que no se habla mucho es sobre la película en sí. Y es que tiene un argumento bastante peculiar: es la historia de una estrella ‘cancelada’ o ‘funada’.

Cate Blanchett en Tár
Foto: Universal Pictures

‘Tár’ se estrenó en los cines y en festivales con el gancho marketero que supone tener de protagonista a alguien como Cate Blanchett. Su interpretación está siendo alabada en todos los medios, y se la vocea para el Oscar a Mejor Actriz (no es para menos, la verdad). No osbtante, algo que no se difunde mucho es de qué trata la película.

Lo cierto es que me sorprendió por lo distante que es a lo que me imaginaba por las sinopsis que leí. Esperaba una suerte de biopic sobre el ascenso de una directora de orquesta intachable y exitosa. ‘Tár’ habla exactamente de lo contrario: la caída de una talentosa músico cuyas deleznables acciones fuera del campo profesional arruinan su vida y la de otras personas. Esta película narra desde la perspectiva de la acusada, o bueno, de la culpable.

La maravillosa construcción del personaje de Lydia Tár

Cate Blanchett en 'Tár'

Empezando con un resumen del argumento de ‘Tár’, este habla de Lydia Tár, una músico y directora de orquesta terriblemente famosa. Comenzamos la película con una entrevista a ella en frente de un auditorio lleno, una secuencia que basta y sobra para conocer a nuestro personaje. Ella es admirada, pragmática y también (como muchos artistas, hay que decirlo) egocéntrica. Está a punto de dirigir a la Filarmónica de Berlín, una de las orquestas más prestigiosas del mundo, con una obra de uno de sus compositores favoritos. Está en el mejor momento de su vida.

La figura de la ‘directora de orquesta’ no fue escogida al azar. Todd Field, el director de Tár’, podría haber hecho esta película con el personaje de Blanchett como una pianista, cantante, escritora o pintora. Sin embargo, ninguna de estas profesiones necesita tener cierto tipo de personalidad como en el caso de los que conducen a un grupo de músicos.

El director de orquesta, además de ser talentoso musicalmente, también debe ser un líder avasallante e imponente (y esto se deja bien claro en varias secuencias). Es así que el trato de ‘diosa’ que se le da a Tár durante todo el filme se nos hace de lo más natural. En esto también tiene que ver la actuación de Blanchett, quien transmite de manera impresionante esta grandeza que ella, me atrevería a decir, posee de manera natural.

Ahora, hay otros aspectos de Lydia Tár que también son sumamente importantes. El hecho de que sea mujer y lesbiana también es muy oportuno para crear aun más disonancia entre lo que todos creen que es y lo que verdaderamente es. Vamos, en una industria donde casi no hay directoras de orquesta, ella se planta completamente ajena a esta brecha de género, y tiene opiniones cuestionables. Ninguna de estas cosas es motivo para encarcelarla ni boicotearla. Es a medida que avanza la película que se nos revelan las razones por las que ella, quizás, no merece tantos elogios.

El paso de una heroína a una villana

Intentaré colocar pocos spoilers en esta parte. Básicamente, la crisis mediática se desencadena cuando una grabación de una clase impartida a un grupo de jóvenes estudiantes es posteada en redes. En el vídeo se la ve diciendo cosas impugnables, pero el detalle es que este ha sido editado para darle ese tono. En su discurso original, ella utilizaba algunos sarcamos al exponer, pero todo esto se distorsiona en el clip que circula en internet.

Sin embargo, hay algo mucho más grave que el filme nos va revelando trozo a trozo. Hago hincapié aquí porque tiene que ver con un viaje que nuestra protagonista, su asistente y una mujer misteriosa (Krista); hacen a la selva de Ucayali, Perú. Si bien no se dice explícitamente qué fue lo que pasó allí, es claro que fue algo traumático porque cada vez que Tár ve un diseño de los tejidos shipibo (una etnia nativa de esta área), algo le duele o le carcome el alma.

La culpa que siente Tár no la priva de hacer algo espantoso que arruina la carrera de esta joven. Y, de hecho, su asistente tampoco habría hecho nada al respecto de no ser porque no se le dio el puesto que ella quería. En esta película todos tienen una moral dudosa, lo que los hace aun más humanos y convincentes como personajes. Pareciera que el director nos intenta decir que somos muy correctos hasta que nos encontramos en una situación crítica, de esas donde se ven de qué estás hecho realmente.

Estoy segura de que varios espectadores podrían haber defendido a Tár hasta cierto punto, pero esto se hace imposible al llegar a la parte donde aparece la joven chelista. A través de diferentes técnicas de lenguaje cinematográfico y subtextos, se hace evidente lo repudiable que es la protagonista. Y es ahí donde comienza el quiebre de esta cuidada máscara que la directora había mantenido por años.

¿Separar a la artista de sus malas acciones?

Si nos damos cuenta, al final Tár no tiene nada de qué ser denunciada penalmente ni encarcelada, a excepción de lo ocurrido con Krista, que bien se podría haber sobrellevado con un abogado audaz. Se retira de la vida pública por el escándalo mediático, no por lo que cometió. Sin embargo, lo que pudo haber hecho y las cosas (legalmente) no-punibles que hizo, dejan claro que no es una buena persona. Destruyó una vida sin haber tocado un arma. ¿Admirarías a una persona así? ¿Serías capaz de separar al artista de su obra? ¿Se puede hacer eso?

La película nos deja con esas interesantes interrogantes, así como también critica la cultura de la ‘cancelación’. Si bien Tár tenía buenas razones para ser cuestionada, la menos importante de ellas era la que se hizo viral en redes, y (para colmo) con ayuda de un montaje donde se falseaba su discurso. ‘Cancelar’ a las personas a diestra a siniestra, sin verificación ni razonamiento de por medio, no nos va a llevar a nada bueno. Pocos se atreven a decir esta verdad hoy en día, y en eso me gustó mucho la intención del director.

‘Tár’ es un filme que aborda de manera inteligente y no apologética a un personaje condenable que ha vivido en la gloria por demasiado tiempo. Cuenta la versión de la ‘mala’ sin tratar de hacernos sentir pena por ella, pero dándole toda la profundidad que un ser humano tiene. En verdad, es una joyita, y muy recomendable. Las más de dos horas y media de metraje se pasan volando, te lo aseguro.

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