El filme dirigido por Ursula Meier, directora franco-suiza galardonada en diversos festivales de cine europeo, habla de un conflicto familiar con crudeza y honestidad. Disponible en la programación del Festival de Cine Al Este
Esta película comienza de una forma completamente inesperada: nos muestra un enfrentamiento entre madre e hija que deja a Margaret (Stéphanie Blanchoud), con una cicatriz sobre el ojo y a Christina (Valeria Bruni Tedeschi), sorda de un oído. La confrontación en sí sucede en gran parte en nuestras cabezas, ya que todo ocurre en cámara lenta y sin diálogos. Esto nos permite como espectadores poder interpretar qué está ocurriendo en la escena y, en consecuencia, nos invita a querer seguir conociendo más a estos personajes.
Regresando a la secuencia inicial, como resultado de aquel ataque que Margaret le inflige a su madre, se le impone una orden de alejamiento y se le prohíbe acercarse a menos de 100 metros de la casa familiar durante tres meses. Sin embargo, su hermana menor Marion la continúa viendo, pero esta pinta una amplia franja azul en el suelo. Esta es una línea que no podrá cruzar, a menos que quiera terminar en prisión.
Más adelante en la película se da a conocer a detalle qué fue lo que desencadenó este altercado. No obstante, en el momento vemos a Margaret con una actitud homicida, como si estuviera a punto de matar a su madre. Esta escena proporciona tensión más que suficiente para impulsar el resto del filme.
Una reflexión anti-violencia
Como ocurre con casi todos los grandes dramas, “The Line” trata sobre el conflicto. Sin embargo, esta narrativa en particular se siente radical en la forma en que rechaza la agresión como una buena salida para resolver problemas. Más bien, la agresión es el problema, ya que la directora se enfoca con sensibilidad en si una familia con conflictos tan profundos como estos podría ser capaz encontrar una estrategia más razonable para resolver las cosas.
La actriz Stéphanie Blanchoud (Margaret) brilla por completo durante toda la película. Esto se debe que logra demostrar con pocas acciones todos los sentimientos acumulados que tiene por dentro, en especial en la última escena de la película. Meier retrata la agitación de la mujer sin ningún prejuicio, y sin filtros, y eso es algo digno de admirar. Todo el elenco femenino logra capturar las emociones humanas de manera realista, y le dan a “The Line” un nivel de veracidad que está perfectamente alineado con un estilo “anti psicológico”, que no se suele ver con mucha frecuencia.